jueves, 19 de noviembre de 2009

VIVIMOS JUNTOS Y NO NOS AMAMOS


EL AMOR ES UN SENTIMIENTO ÙNICO, PERO CUANDO DESAPARECE ES MUY DIFÌCIL QUE VUELVA POR MÀS INTENTOS QUE SE HAGAN.
Primero nosotros; luego la pareja. A medida que la sociedad avanza hacia la globalizaciòn, un modelo similar se extrapola a nuestras relaciones.
La capacidad de independencia del individuo està impulsando nuevas formas de relaciòn donde el bienestar personal se antepone al colectivo. Ya no necesitamos a cupido para vivir en pareja ni vivir en pareja para necesitar a cupido.
La independencia que adquirimos a edad temprana impulsa este "egocentrismo". La equiparaciòn de mujeres y hombres ha supuesto que el matrimonio ya no sea una forma de supervivencia para ellas sino una elecciòn con cada vez menos adeptos.
A medida que las parejas de hecho gozan de mayor aceptaciòn social y, sobre todo, de màs ventajas fiscales en lo individual que el matrimonio convencional, experimentamos otros tipos de relaciones. Se calcula que, tras la boda, el divorcio llega cinco años despuès.
La libertad de ataduras econòmicas que supone la convivencia "sin papeles de por medio" permite a sus miembros romper fàcilmente el pacto cuando concluye el idilio. En la actualidad, incluso la cama, ha dejado de ser un ìcono del matrimonio.
La fundaciòn nacional del sueño de los EEUU afirma que màs del 23% de las parejas estadounidenses duermen en camas o habitaciones separadas.
Muchos son los casos de personas que viven juntos y no se abandonan por hijos o familiares o en otros casos siguen viviendo juntos al no poder pagar otro domicilio etc..
Son las necesidades particulares las que determinan nuestra forma de vida. El amor es otra historia.

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